Selva fue diagnosticada con cáncer de mama con metástasis. Una noticia que sacude, duele, estremece y que la puso frente al desafío más grande de su vida.
El camino por delante aparecía duro y doloroso como para encararlo en soledad. Desde el comienzo mismo de este viaje inesperado, estuvo el Hospital de Clínicas que fue y sigue siendo mucho más que un lugar de atención: fue un refugio, un equipo, una red de cuidado y una enorme compañía.
Cada tratamiento, cada consulta, cada gesto del personal médico y de enfermería fue atravesado por la empatía y la calidez. Porque cuando el cuerpo duele, el alma necesita reparación y cuidado.
Selva no niega la realidad. La enfrenta. Pero no se rinde. Conserva la alegría, se permite reír, abrazar, compartir. Y en cada paso demuestra que luchar no es solo resistir, sino también confiar, abrirse y dejarse ayudar.
Su historia es un recordatorio poderoso de que aun en la más profunda oscuridad, se pueden encontrar buenos compañeros de ruta dispuestos a iluminarnos el camino.